martes, 9 de octubre de 2012

Por la boca muere el tróspido




Por Mike Medianoche


La segunda edición de ¿Quién quiere casarse con mi hijo? está funcionando estupendamente con la audiencia. Lo que parece que no funciona del todo bien es el cerebro de alguno de sus participantes, presentes y pasados, y sus ansias por convertirse en estrellas del todo a cien.

Ayer Twitter se convirtió en un Sálvame de baratillo donde varios de los hijos que buscaban pareja y otros tantos pretendientes comenzaron una batalla de insultos, filtraciones de conversaciones privadas y de todo un poco. Una batalla protagonizada por Juan Carlos, el chico gay que buscaba el amor en la pasada temporada, su expretendiente Cristofer, Ángel el camionero de la edición actual y alguno que otro más. Y como hay quien reclama sus cinco minutos de fama, uno de los participantes de este año se ha ido de la lengua contando uno de los finales, y otro pretendiente de la pasada edición se ha dedicado difundirlo





Un despropósito de aúpa. El formato del programa es original y divertido, y sin duda que da grandes momentos a la televisión. Pero qué pena que las ganas de convertirse en famosos de discoteca de dos o tres se carguen un trabajo entero. ¿Qué medidas tomará la productora al respecto?

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