jueves, 28 de agosto de 2014

Sinceramente, Sandra, ¿sinceramente?

Sandra Barneda tuvo la oportunidad de equipararse con las grandes americanas que reconocen abiertamente su sexualidad, y la desaprovechó.

Hizo un discurso ambiguo sobre la homosexualidad y pidió o exigió el derecho a permanecer dentro del armario, a que no haya armarios, como si esto también fuera responsabilidad de las víctimas.

Barneda podría haberse hecho un Jesús o un Jorge Javier Vázquez, hablar como ellos de su pareja, de sus gustos, de sus aficiones, del lesbianismo, llevarlo con orgullo y pasar de los que lo criminalizan, pero prefirió hacerlo a la española: "Las chicas famosas que sean lesbianas que no digan mucho... No hace falta..." ¿Segura?

Un personaje público puede ayudar o entorpecer mucho las cosas. La orientación sexual es pública y es política y al ser un personaje público se tiene la obligación moral de hacer pública la orientación sexual  para ayudar a los adolescentes que se suicidan cada año, para agradecer a las personas que han luchado por conseguir los derechos de los que se disfruta...

No se puede retroceder 20 años en 5 minutos de discurso de máxima audiencia leyendo un CUE tan desfasado como carente de pasión.  Oportunidad perdida, Sandra, sinceramente.

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